En el devenir histórico del hombre, diversas
explicaciones se han ido construyendo para entender
fenómenos de la vida y la naturaleza con la que
interactúa.
Es así como se han elaborado conjuntos
sistemáticos de explicaciones que dan cuenta de los
diferentes componentes de un fenómeno, constituyendo un
corpus coherente que fundamenta el por qué de cada uno de
estos componentes engarzándolos con otros fenómenos
evidentes. Eso es lo que podríamos denominar de un modo
grueso, una teoría.
En un principio la mirada del hombre fue derivando desde
su propia existencia, el cosmos, las explicaciones divinas, para
acercarse poco a poco hacia un interés por cada uno de sus
comportamientos. Con esta misma secuencia se desarrollan la
filosofía, las ciencias y posteriormente se desprende la
psicología.
El problema de explicar el conocimiento, el cómo
es que el hombre desarrolla su conocimiento, desde qué
fases evoluciona y debido a qué causas, es una
temática propia de la Filosofía y muy
particularmente de una disciplina de esta: la
Epistemología.
Teoría asociacionista.
La teoría conductista se desarrolla
principalmente a partir de la primera mitad del siglo XX
y permanece vigente hasta mediados de ese siglo, cuando
surgen las teorías cognitivas.
La teoría conductista, desde sus orígenes,
se centra en la conducta observable intentando hacer un estudio
totalmente empírico de la misma y queriendo controlar y
predecir esta conducta. Su objetivo es conseguir una conducta
determinada, para lo cual analiza el modo de
conseguirla.
De esta teoría se plantearon dos variantes: el
condicionamiento clásico y el condicionamiento
instrumental y operante. El primero de ellos describe una
asociación entre estímulo y respuesta contigua, de
forma que si sabemos plantear los estímulos adecuados,
obtendremos la respuesta deseada. Esta variante explica tan solo
comportamientos muy elementales.
La segunda variante, el condicionamiento instrumental y
operante persigue la consolidación de la respuesta
según el estímulo, buscando los reforzadores
necesarios para implantar esta relación en el
individuo.
Teorías Conductistas
Lo
relevante en el aprendizaje es el cambio en la conducta
observable de un sujeto, cómo éste actúa
ante una situación particular. La conciencia, que no se
ve, es considerada como "caja negra". En la relación de
aprendizaje sujeto - objeto, centran la atención en la
experiencia como objeto, y en instancias puramente
psicológicas como la percepción, la
asociación y el hábito como generadoras de
respuestas del sujeto. No están interesados
particularmente en los procesos internos del sujeto debido a que
postulan la "objetividad", en el sentido que solo es posible
hacer estudios de lo observable.
Las aplicaciones en educación se observan desde
hace mucho tiempo y aún siguen siendo utilizadas, en
algunos casos con serios reparos. Enfoques conductistas
están presentes en programas computacionales educativos
que disponen de situaciones de aprendizaje en las que el alumno
debe encontrar una respuesta dado uno o varios estímulos
presentados en pantalla. Al realizar la selección de la
respuesta se asocian refuerzos sonoros, de texto, símbolos, etc., indicándole al estudiante si
acertó o erró la respuesta. Esta cadena de eventos
asociados constituye lo esencial de la teoría del
aprendizaje conductista.
Teorías Cognitivistas.
Este modelo de teorías asume que el aprendizaje
se produce a partir de la experiencia, pero, a diferencia del
conductismo, lo concibe no como un simple traslado de la
realidad, sino como una representación de dicha
realidad.
Se pone el énfasis, por tanto, en el modo en que
se adquieren tales representaciones del mundo, se almacenan y se
recuperan de la memoria o estructura cognitiva.
Se realza así, el papel de la memoria, pero no en
el sentido tradicional peyorativo que la alejaba de la
comprensión, sino con un valor constructivista. No se
niega la existencia de otras formas de aprendizaje inferior; pero
si su relevancia, atribuyendo el aprendizaje humano a procesos
constructivos de asimilación y
acomodación.
El cognitivismo abandona la orientación
mecanicista pasiva del conductismo y concibe al sujeto como
procesador activo de la información a través del
registro y urganización de dicha información para
llegar a su reorganización y reestructuración en el
aparato cognitivo del aprendiz. Aclarando que esta
reestructuración no se reduce a una mera
asimilación, sino a una construcción dinámica del conocimiento. Es decir, los procesos mediante
los que el conocimiento cambia. En términos piagetianos,
la acomodación de las estructuras de conocimiento a la
nueva información.
A diferencia de las posiciones asociacionistas, no se
trata de un cambio solo cuantitativo (en la probabilidad de la
respuesta), sino cualitativo (en el significado de esa
respuesta); no es un cambio originado en el mundo externo, sino
en la propia necesidad interna de reestructurar nuestros
conocimientos, o de corregir sus desequilibrios; no cambian los
elementos aislados (estímulos y respuestas), sino las
estructuras de las que forman parte (teorías y modelos);
en fin, no es un cambio mecánico, sino que requiere una
implicación activa, basada en la reflexión y la
toma de conciencia por parte del alumno.
Este cambio, del conductismo al cognitivismo, no se
realiza de manera radical ni da como resultado una teoría
unívoca; más bien supone una "atmósfera" en
la que surgen planteamientos de transición de uno a otro paradigma, enfoques dentro del ámbito del Procesamiento de
la información, núcleo fundamental del
cognitivismo.
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